A las tres de la tarde del día siguiente llevaron el aparato y para el transportista y sus dos ayudantes fue una verdadera sorpresa instalarlo junto a otros diez congeladores más, en una espaciosa sala que bien podría ser un salón exposición de congeladores. Doña Cleo les obsequió con torta de chocolate y café, y después que los transportistas se fueron estrenó el congelador con las veinticinco bolsas de plástico negro en las que tenía el cadáver del último nieto que la visitó.
Este relato forma parte del Volumen I de "Relatos Para Contárselos a La Muerte" ® Depósito legal lf06120088001563 ISBN 9789801231622 / Radicación internacional Nº 7572 del 21-04 2008 - Todos los derechos reservados © Andrés Simón Moreno Arreche Editorial Eróstanus™