Huían. Y en aquella desaforada carrera no había lugar para descansos; tan sólo una que otra parada para recargar combustible y proseguir. Cuando la carretera se le pobló de intermitencias visuales, Carlos Alberto sintió que se dormía. Entonces, apretó la mano de su compañera, desaceleró la moto y se devolvió hacia uno de los moteles que habían dejado pocos kilómetros atrás.
Hicieron el amor allí varias veces. Con lujuria. Con intensidad. Con el mismo arrebato que les obligó a entregarse aquella tarde a la salida del liceo y que ahora les impulsaba a huir, con la esperanza fallida de que la brisa de la noche borrase su pasión incestuosa.
Este relato forma parte del Volumen I de "Relatos Para Contárselos a La Muerte" ® Depósito legal lf06120088001563 ISBN 9789801231622 / Radicación internacional Nº 7572 del 21-04 2008 - Todos los derechos reservados © Andrés Simón Moreno Arreche Editorial Eróstanus™
-¡Fuerte!--¿ algún limite creativo?creo que no,siempre dices tanto en tan poco...Y muy bien dicho.
ResponderEliminar