Durante su primera misión de exterminio sintió la misma pesadez en los párpados que experimentaba ahora. Tanto en aquella inolvidable ocasión como en ésta, la misión era la misma: Exterminar a los invasores sin contemplación. No era permitido juzgar las razones de los intrusos, la misión era única e inevitable: Exterminar.
Mientras se acercaba al desvío colateral marcado en su bitácora molecular repasó con la vista la simetría de las paredes interiores de aquel túnel interminable, con sus conexiones laterales y sus válvulas hidráulicas colocadas de tramo en tramo a todo lo largo del trayecto, como ventosas gigantes que repotenciaban el empuje inicial de la nave desde el centro medular. Casi sin darse cuenta, arribó al campo de batalla, descendió de su cápsula molecular y comenzó el exterminio sistemático con la primera ráfaga de glóbulos blancos.
Este relato forma parte del Volumen I de "Relatos Para Contárselos a La Muerte" ® Depósito legal lf06120088001563 ISBN 9789801231622 / Radicación internacional Nº 7572 del 21-04 2008 - Todos los derechos reservados © Andrés Simón Moreno Arreche Editorial Eróstanus™
-¡Estoy perpleja! jajajaja....Ni bromeando diré que podría haber imaginado de que trataba...
ResponderEliminarEres...ya lo dije siempre...mago.