Otro breviario, con otras intenciones era abierto en ese mismo instante a nueve mil kilómetros y 14 horas de distancia, en la fría y húmeda Bogotá. Don Antonio esperaba la llegada de un amigo, un periodista excepcional, Simón Hearth, más conocido como ‘El Terror de Washington’. No leía su compendio de oraciones. Tan sólo lo tenía abierto y mientras hacía que oraba, Antonio recordaba las muchas veces que compartió un almuerzo, un dato, un reporte con su amigo. Evocaba los momentos cuando le notificaron que había ganado el Pulitzer. Estaba allí, a su lado y fue el único que interpretó correctamente su irónica respuesta:
.- ¿Again?
Le sintió llegar con la cadencia de su andar a pasos irregulares, rápidos y fuertes. Con el sempiterno mechón plata sobre la frente y los lentes de montura de carey a medio camino en la nariz. Simón Hearth era un hombre grande en las dos acepciones de la palabra: Grande físicamente y grande entre los grandes del periodismo de investigación. La masacre de My Lai y las torturas en Abu Ghraib eran su carta de presentación, junto con una docena de ‘best-seller’ y más de cien conferencias dictadas en las mejores escuelas de periodismo de Estados Unidos y Europa. Fray Nélsido le guiaba a través del tupido follaje del parque interior hacia el banco preferido de don Antonio, pero esta vez lo que llegó primero, en una oleada incontenible, fue la fragancia cosmopolita de la colonia de Simón Hearth. El encuentro entre los dos veteranos periodistas fue cálido, amigable, con la frase inteligente prefabricada para romper el hielo de treinta años:
.- Ave primus inter pares[1]… Alea iacta est[2]
Así le recibió Antonio sin darle oportunidad a su saludo. Simón Hearth quedó paralizado pues no se esperaba un latinazo como bienvenida. Fue un reto intelectual que descifró en pocos instantes y se lo respondió desmenuzándole el contenido:
.- Eres tú el primero entre los periodistas de investigación, no yo, y te aseguro que he cruzado mi Rubicón, el Río Grande, con la autorización del senado del New Yorker, así que déjate de latinismos y dame un abrazo, maestro.
.- ¿Un gringo que sabe latín? -se preguntó mentalmente fray Nélsido, testigo presencial de aquel encuentro. - Carpe diem [3] Nélsido, Nihil obstat [4] - y se retiró a su vivero de flores para dejar en privado a don Antonio con su invitado.
.- Leí tu artículo ‘Los Planes Iraníes’. Fuiste duro con la Presidenta Thompson y con el Pentágono, pero estás en lo cierto: El bombardeo sistemático a Irán no va a provocar un levantamiento de los iraníes contra su gobierno, como tampoco lo produjeron los misiles lanzados sobre Irak, o las granadas de NAPALM en Vietnam.
.- La Presidenta Thompson ha dedicado mucho tiempo a reuniones con miembros del Senado, en su afán por alcanzar el apoyo bicameral para su proyecto bélico. Me dijo un miembro del Comité de Asignaciones de La Casa Blanca que los Senadores republicanos que han sido seleccionados para presentar su moción, son los mismos que respaldaron los ataques a Irak en el 2003. No hay presión en el Congreso que se oponga a la visión mesiánica y militarista de la señora Thompson.
.- ¿Y qué responden los ‘Halcones del Pentágono’? ¿Estarán dispuestos a repetir la locura?
.- Parece que hay consenso, Antonio. Me entrevisté la semana pasada con el Coronel Sam Gardiner, antiguo asesor militar del Pentágono, y me aseguró que el plan cuenta con el apoyo necesario en el Congreso y que contempla un bombardeo simultáneo en más de cuatrocientos puntos estratégicos, en dos plantas de producción química, catorce campos de aviación y no se descarta un bombardeo con misiles mar-tierra a la central de Natanz, donde están produciendo uranio enriquecido con la materia prima, el uranio gasificado UF6, que obtienen de Venezuela.
.- ¿Cómo visualizas la situación? ¿Habrá oportunidad para una salida pacífica?
.- Creo que estamos en un callejón sin salida pacífica. Por un lado, los iraníes ya son, de hecho mas no de derecho, una potencia atómica. Por otro lado, los ‘halcones’ están convencidos que sólo la intervención militar puede revertir la condición atómica del Estado Iraní.
.- Pero en las Naciones Unidas, China y Rusia han votado en reiteradas ocasiones por la aplicación de sanciones a Irán, de modo que los americanos no están solos, como sí lo estuvieron en la segunda invasión a Irak. ¿No te parece que con ese apoyo puedan alcanzar una salida pacífica y negociada?
.- Ojalá fuera así de sencillo, Antonio, pero las últimas declaraciones en Viena de Robert Joseph, Subsecretario de Estado para el Control de Armas de los Estados Unidos, sellaron el destino. Hace menos de 72 horas declaró… A ver, aquí tengo un recorte de prensa. Ponle atención a sus palabras:
‘No podemos aceptar ni una planta centrifugadora de uranio en Irán. Es una amenaza directa a la seguridad nacional de los Estados Unidos y la de nuestros aliados, y no lo toleraremos.’
Antonio quedó en silencio, al igual que su colega. La experiencia profesional de ambos en el manejo de las altas esferas políticas durante varias décadas, señalaba que una declaración en aquellos términos debía estar respaldada por una decisión tomada al más alto nivel.
.- Ahora me toca preguntar - intervino Simón Hearth - ¿Qué opinas de la reacción de los islamistas radicales ante las nuevas caricaturas de Mahoma?
.- Sin duda que han sacudido nuevamente al mundo occidental, con más intensidad que la primera vez. Verás, Simón, soy de los que cree que hay un cierto laicismo iconoclasta y prepotente agazapado detrás del derecho a la libertad de expresión. Esa actitud ha sufrido un severo revés moral y ese hecho devela, a mi entender, otro radicalismo religioso del que se habla muy poco. Me refiero al ‘fundamentalismo cristiano’ que exhibe y promueve la Presidenta Thompson.
.- ¡Coño, Antonio! - le atajó Simón, con el ‘Data Traveller’ a mano - Dame un segundo para grabarte. Adelante, continúa.
.- Fíjate es esto, Simón: La práctica cotidiana de la política refleja que la señora Thompson se ha constituido en la ‘campeona’ de la defensa y promoción de una religión cortada a la medida de las apetencias políticas de Washington…
.- ¿Puedo citar tus palabras?
.- Cuando quieras. Continúo: Se trata de un caso, hasta ahora inigualado, de aprovechamiento del liderazgo mundial como base de una religión… ¡El liderazgo del mejor! Desde el inaceptable acto terrorista contra las Torres Gemelas en Manhattan, durante el segundo mandato de George W Busch, los Estados Unidos se erigieron en el abanderado por la causa de la civilización occidental, en unos términos sólo comparables a los que impuso Alejandro Magno a griegos y persas. En el año 2001 la presidencia de los Estados Unidos declaró que iniciaba la ‘lucha contra el mal’, una frase inspirada en la prepotencia de un increíble mesianismo.
.- Pero desde entonces - acotó Simón Hearth - la Presidencia de los Estados Unidos ha mostrado altos índices de rechazo.
.- No creo que esa desaprobación sea significativa en términos absolutos. Una proporción importante de votantes en Estados Unidos ha ido asimilando ese discurso mesiánico de la Presidencia y de otros dirigentes de la derecha más conservadora, tanto de Demócratas como de Republicanos. Ellos asumen esa visión global de ‘pueblo redentor’ de la humanidad, y la comunican a los ciudadanos estadounidenses como la defensa del ‘american dream’.
.- ¡Eso es lo que yo llamo un planteamiento rudo! ¿En verdad crees que los Estados Unidos, impulsado por las derechas de demócratas y republicanos, van hacia un fundamentalismo religioso estadounidense?
.- Pues sí. Entérate desde ahora. El hecho de creer en un Dios cuyos designios coinciden con la decisión política de ‘extirpar el mal’ genera una fervorosa moral de gloria colectiva, una auto convicción de pueblo elegido, que no es nueva en la historia de los Estados Unidos. Recuerda que John Adams, el segundo presidente de tu país, consideraba que Estados Unidos tenía la misión de liberar a toda la humanidad, y mira que eso fue en el Siglo XVIII. Así que el concepto de un mesianismo universal, basado en los valores religiosos estadounidenses tiene bastante tiempo en la opinión pública norteamericana.
A esta altura de la conversación ambos analistas estaban de pie, en el medio del camino empedrado. Tal vez fue por la intensidad de los planteamientos, o quizás porque la bruma de la tarde comenzó a descender del Monte Monserrate y se posó de improviso en el parque. Con la neblina sobre sus cabezas y el frío seco calándole los huesos, decidieron continuar la conversación en la sobremesa de la tarde. Mientras se dirigían hacia el edificio vicarial la conversación cambió a temas más mundanos y menos trascendentes:
.- ¿Ya estás instalado? - preguntó Antonio, a tiempo que se apoyaba en el poderoso antebrazo de su colega.
.- Aún no, pero le di mi maleta a un fraile, el mismo que me condujo hasta aquí. Supongo que se habrá encargado y ya que hablamos de eso, te informo que debo estar de regreso en dos días.
.- No hay problema. Aquí en la Santa Sede puedes hospedarte el tiempo que sea necesario.
.- ¿A qué te refieres con ‘el tiempo que sea necesario’? Te lo digo en serio: Esta vez debo regresar en dos días.
Antonio le apretó por el codo, no para detener su frenético ritmo, que de todos modos no se compadecía con el sosiego de la Santa Sede, sino para subrayar lo que le iba a decir de seguidas:
.- Simón, voy a poner en tus manos la investigación que te hará ganar el Pulitzer por segunda vez. Después de eso podrás afirmar, sin la ironía lacónica de hace años ‘¿Again?’
Estaban frente a la ‘scala della gula’. Fray Nélsido la descendía mientras un rubor le subía a Simón Hearth por el cuello, con el cosquilleo enervante que produce el olfato periodístico frente al escándalo noticioso.
[1] “Ave primus inter pares” Te saludo primero entre tus iguales Expresión utilizada por los centuriones romanos para designar al centurión mayor o al más destacado entre ellos.
[2] “Alea iacta est” La suerte está echada Frase pronunciada por César el cruzar El Rubicón, que separa Italia de la Galia Cisalpina. César lo cruzó el 11 de enero del 49 a.C. sin autorización del Senado, lo cual provocó el inicio de la guerra civil.
[3] “Aprovecha el día” Palabras de Horacio con las que exhortaba a disfrutar la vida en todo momento porque la consideraba breve y efímera.
[4] “Nada se opone” Fórmula empleada por la censura eclesiástica vaticana para autorizar la impresión de una obra en la que no se encontró objeción doctrinal.
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