No fue sino a las ocho y media mañana cuando se percataron de su ausencia. Durante los años que llevaba trabajando en la empresa jamás había faltado un solo día y aunque no tenía una hora fija para llegar por su condición de Ejecutiva staff, lo cierto es que siempre llegaba antes de las nueve. Aquella mañana, como todas las mañanas desde que fue ascendida al cargo de Gerente de Cuentas en Artimagen Publicidad, su secretaria le acomodó los periódicos matutinos sobre su escritorio de Nogal y palo rosa, encendió incienso en el quemador de bronce y procedió a calentar agua para el té de manzanilla, recogió y clasificó los faxes recibidos y consultó su reloj: 9:43 a.m. Antes de salir de la espaciosa oficina estiró la minifalda de cuero negro que le obsequió su jefa-amante y acomodó sus voluminosos senos dentro del pronunciado escote de la blusa que compró en Sak's . De regreso a su escritorio contestó el teléfono y palideció.
A las mismas ocho y media de la mañana, el doctor Palacios entregó la guardia en el hospital. La huelga del gremio médico se había suspendido tres días antes y había tanto trabajo en la morgue que se encontraba literalmente exhausto. Le parecía que todo el mundo había decidido morirse durante los días de huelga y era tal la saturación de cadáveres en la morgue que se vio obligado a practicar varias necropsias a cadáveres tendidos sobre el piso. Cerca de las siete de la mañana terminó de suturar el cadáver de una mujer caucásica, de aproximadamente 35 años, que las autoridades policiales encontraron sin ropa y con evidentes señales de violación, a un lado de la autopista que comunica el área industrial de la ciudad con la exclusiva zona de torres y edificios para empresas y oficinas de lujo.
Durante la autopsia, el doctor Palacios extrajo del tracto digestivo de aquella infortunada mujer partes considerablemente grandes de cartón, e incrustado a medio camino entre el Colon y el Ciego, un rollo delgado de papeles. Casi todo el intestino grueso estaba impregnado de tintas multicolores, pero al desplegar el rollo delgado de papeles pudo identificar el cadáver, su procedencia y la razón de aquel brutal asesinato. Lavó sus manos, consultó su reloj, ya eran las 9:43 de la mañana y decidió llamar.
.- “Aló… ¿Artimagen Publicidad? Comuníqueme con la Gerencia de Cuentas”.
.- Sí, aquí la Dirección de Cuentas ¿En qué le puedo ayudar?”
.-“Le habla el doctor Palacios desde la morgue del Hospital General. Me parece que su cliente no aprobó la campaña publicitaria”.

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